A medida que las personas alcanzan los 40 años, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas aumenta significativamente, según un estudio de la Universidad de Stanford publicado en Nature Aging. Este estudio revela que alrededor de los 44 y 60 años, el cuerpo experimenta picos de envejecimiento que aceleran el deterioro de funciones clave del organismo. Estos cambios incrementan la probabilidad de desarrollar condiciones como la diabetes y problemas cardíacos.
El genetista y especialista en longevidad Michael Snyder, quien lideró la investigación, destaca la importancia del entrenamiento de fuerza como una estrategia eficaz para mitigar estos efectos del envejecimiento. Snyder, quien ha estudiado su propio proceso de envejecimiento durante casi 15 años, sostiene que fortalecer los músculos es crucial para enfrentar los cambios biológicos que ocurren con la edad.
El estudio de Stanford subraya que mantener y aumentar la masa muscular puede contrarrestar los efectos del envejecimiento. El tejido muscular activa hormonas y moléculas beneficiosas, como las mitocinas y las exerkinas, que ayudan a mantener la salud celular y a regular funciones metabólicas. La pérdida de masa muscular, conocida como sarcopenia, es un factor de riesgo para diversas condiciones médicas que afectan la calidad de vida en edades avanzadas, especialmente a partir de los 60 años.
El entrenamiento de fuerza no solo conserva el músculo, sino que también mejora la salud cardiovascular y ayuda a controlar los niveles de colesterol. Además, contribuye a regular el metabolismo de lípidos y carbohidratos, procesos que se vuelven más complejos con el envejecimiento. Snyder recomienda ejercicios como sentadillas y press de hombros, que fortalecen grandes grupos musculares y mejoran la estabilidad y la postura.
Es esencial adaptar la intensidad y frecuencia de los entrenamientos a la edad y condición física de cada persona. Para quienes están en sus 40 años, se sugiere trabajar con pesos moderados y realizar más repeticiones para mejorar la resistencia. A medida que se avanza en edad, el enfoque debe estar en mantener la constancia y evitar lesiones.
Complementar el entrenamiento de fuerza con una dieta balanceada rica en proteínas y nutrientes es fundamental para la regeneración muscular y el mantenimiento de la salud ósea. Esta combinación puede influir significativamente en cómo el cuerpo responde al envejecimiento.
El estudio también resalta la importancia de prevenir el sedentarismo, especialmente al acercarse a los 60 años, para mejorar la longevidad. Incorporar la actividad física como parte de la rutina diaria es crucial para quienes se acercan a los 40 años, ya que ayuda a crear una “reserva” muscular que protege al organismo en la vejez.
En conclusión, el entrenamiento de fuerza se presenta como una herramienta preventiva poderosa contra los cambios del envejecimiento, promoviendo una vejez activa y saludable. Mantenerse activo y realizar ejercicios de fuerza es una inversión en la salud a largo plazo, según los expertos en longevidad.