El neuro-optometrista, Bryce Appelbaum explicó a The Times cómo ejercicios específicos, menor exposición a pantallas y una adecuada nutrición pueden potenciar el procesamiento visual, retrasar el deterioro ocular y favorecer la salud cerebral
El incremento de la miopía y la disminución de la agudeza visual asociada a la edad afectan actualmente al 30% de la población mundial, una cifra que podría alcanzar el 50% en 2050, según el Instituto Internacional de Miopía. El Dr. Bryce Appelbaum, neurooptometrista de Estados Unidos, explicó a The Times que el entorno se ha convertido en el principal factor detrás del avance acelerado de este trastorno visual.
Entre las causas identificadas, el especialista destacó la falta de exposición a la luz natural, el uso prolongado de pantallas y la distancia corta durante actividades visuales, factores que debilitan los músculos oculares y favorecen la progresión de la miopía. Además, advirtió que la exposición a dispositivos electrónicos al inicio y al final del día altera el ciclo circadiano y la producción de melatonina, lo que repercute negativamente en la calidad del sueño. “Usar pantallas al comenzar el día y antes de dormir envía señales equivocadas sobre el momento del día y el entorno, alterando la liberación y cantidad de melatonina”, explicó al medio británico.
El Dr. Appelbaum subrayó la diferencia entre vista y visión: la primera se refiere a la capacidad de enfocar y ver con nitidez, mientras que la segunda implica el procesamiento cerebral de la información visual. Señaló que una estimulación visual adecuada influye directamente en la atención, el procesamiento cognitivo y la salud mental. Entre los síntomas de sobrecarga visual mencionó la fatiga ocular, la visión borrosa, la baja productividad y el estrés, todos asociados al uso excesivo de pantallas.
Para retrasar la dependencia de gafas, el especialista recomendó ejercicios como la regla 20-20-20: hacer pausas de 20 segundos cada 20 minutos para enfocar un objeto a seis metros de distancia. También sugirió ejercicios de flexión ocular, que consisten en alternar la mirada entre un objeto cercano y uno lejano, tapando un ojo y repitiendo el proceso con ambos. Aunque estos métodos no garantizan evitar el uso de lentes, pueden mejorar la flexibilidad y resistencia de los sistemas de enfoque visual, retrasando la progresión de la miopía y la necesidad de mayor graduación.
El experto aconsejó reemplazar la lectura digital por libros impresos para reducir la fatiga visual y favorecer el procesamiento cerebral, ya que el papel exige habilidades visuales más complejas. Además, recomendó exponerse a la luz natural al despertar y al anochecer, y limitar el uso de dispositivos electrónicos en la noche para restablecer el ciclo sueño-vigilia.
Actividades como caminar y observar el horizonte estimulan la visión panorámica, alivian la fatiga visual y activan el sistema nervioso parasimpático, lo que contribuye a la relajación. Ejercicios sencillos, como dirigir la mirada en diferentes direcciones y ampliar la conciencia periférica, fortalecen los músculos oculares y mejoran la integración visual, facilitando la precisión motora y reduciendo la inestabilidad al caminar.
En cuanto a la nutrición, el Dr. Appelbaum recomendó consumir luteína y zeaxantina (presentes en verduras de hoja verde y yema de huevo), así como antioxidantes como las vitaminas A, C y E, que protegen la retina y disminuyen el riesgo de degeneración macular. El betacaroteno de verduras naranjas y el omega-3 de pescados de agua fría también favorecen la función visual y cerebral.
El Dr. Rangan Chatterjee, médico británico, participó en un programa de entrenamiento visual de cinco días dirigido por Appelbaum en Estados Unidos. Al inicio, solo distinguía la letra E de la fila superior en la tabla optométrica sin gafas; tras el entrenamiento, pudo leer hasta la cuarta línea. Appelbaum atribuyó esta mejora a la mayor resistencia y flexibilidad de los músculos internos de los ojos, lo que permitió un enfoque más eficiente y visión nítida a cualquier distancia.