La enfermedad transmitida por el Aedes aegypti ha visto un incremento preocupante en casos y muertes, especialmente en Brasil, donde el clima y la gestión del agua juegan un papel crucial en la propagación del vector
El dengue, una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, alcanzó niveles alarmantes en 2024, marcando la epidemia más severa registrada en las Américas desde 1980. Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 90% de los casos se concentraron en Argentina, Brasil, Colombia y México, con Brasil liderando en número de contagios y muertes. Mientras tanto, Argentina reportó una estabilización en su curva de casos hacia finales del año, lo que contrasta con el aumento sostenido en Brasil.
De acuerdo con un informe de la OPS, Brasil cerró 2024 con más de 6 millones de casos probables de dengue y un récord de 6.022 muertes atribuidas a la enfermedad. En contraste, Argentina registró 408 fallecimientos, principalmente durante la primera mitad del año. Aunque ambos países enfrentan desafíos significativos, las diferencias en las condiciones climáticas, la gestión sanitaria y la prevalencia de serotipos del virus han generado escenarios epidemiológicos distintos.
Brasil: un epicentro endémico con cifras alarmantes
En Brasil, el dengue es considerado una enfermedad endémica debido a las condiciones climáticas favorables para la reproducción del mosquito vector. Las altas temperaturas y la humedad, presentes durante todo el año en gran parte del territorio, permiten que el Aedes aegypti mantenga su ciclo de vida incluso en las estaciones más frías. Según el Ministerio de Salud de Brasil, la acumulación de agua en recipientes domésticos sigue siendo uno de los principales factores que favorecen la proliferación del mosquito.
El doctor Flávio Fonseca, investigador en virología de la Universidad Federal de Minas Gerais, destacó que a finales de diciembre de 2024 se observó un aumento proporcional de casos del serotipo DEN-3, conocido por su capacidad de causar cuadros graves de la enfermedad. Este serotipo, menos común en años anteriores, ha generado preocupación entre las autoridades sanitarias debido a su impacto en la severidad de los casos.
Además, un estudio publicado en la Revista Internacional de Enfermedades Infecciosas reveló disparidades en el impacto del dengue en Brasil. Según el informe, las personas negras, mestizas e indígenas presentaron una mayor probabilidad de ser casos sospechosos en comparación con 2023. Este hallazgo subraya la necesidad de abordar las desigualdades sociales y de acceso a la salud en el manejo de la epidemia.
En regiones específicas como el estado de Santa Catarina, donde se encuentran destinos turísticos populares como Florianópolis, la situación ha sido particularmente crítica. La Secretaría de Salud del estado informó que desde diciembre, la media semanal de casos superó los 600, un aumento significativo en comparación con los 110 casos semanales registrados entre agosto y octubre. El secretario de Sanidad, Diogo Demarchi, advirtió que el dengue no solo afecta a personas mayores, sino también a jóvenes sanos, desafiando la percepción común de que la enfermedad es menos peligrosa para este grupo etario.
Argentina: una estabilización que no elimina el riesgo
En contraste con Brasil, Argentina experimentó una tendencia estable en los casos de dengue hacia finales de 2024. Según el Ministerio de Salud de la Nación, las últimas semanas del año registraron entre 16 y 20 casos semanales, lo que representa una disminución en comparación con los meses de octubre y noviembre. Sin embargo, los expertos advierten que esta estabilización no implica que el país haya entrado en un período inter-epidémico, ya que las condiciones climáticas y ambientales podrían cambiar rápidamente.
El infectólogo Mauro Bertolini, asesor técnico de la Unidad de Coordinación del Dengue del Ministerio de Salud, explicó que los períodos entre epidemias en Argentina se han acortado significativamente en los últimos años. Desde 2010, se ha observado una disminución en los intervalos inter-epidémicos, lo que sugiere que el país podría enfrentar brotes más frecuentes en el futuro. De hecho, los años 2023 y 2024 concentraron el 83% de los casos históricos registrados en el país desde la reemergencia del dengue en 1998.
En cuanto a los serotipos predominantes, el DEN-2 representó el 62,4% de los casos reportados en Argentina, seguido por el DEN-1 con un 34,7%. También se identificaron casos aislados de los serotipos DEN-3 y DEN-4, asociados a personas con antecedentes de viaje al exterior. La provincia de Formosa fue una de las más afectadas, con una alta prevalencia del serotipo DEN-2.
Prevención y desafíos comunes
Tanto en Brasil como en Argentina, las autoridades sanitarias han enfatizado la importancia de eliminar los criaderos de mosquitos como medida clave para controlar la propagación del dengue. La bióloga Denise Valle, investigadora de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), explicó que las larvas del mosquito no sobreviven en ambientes secos, por lo que es esencial desecharlas correctamente. Sin embargo, advirtió que los huevos del Aedes aegypti pueden resistir la sequedad durante meses, lo que requiere una limpieza minuciosa de los recipientes donde se acumula agua.
En términos de inmunización, ambos países han comenzado a implementar campañas de vacunación contra el dengue. En la Ciudad de Buenos Aires, se está aplicando la vacuna a personas de entre 25 y 29 años, mientras que en la provincia de Buenos Aires se prioriza a residentes de entre 15 y 59 años que ya han tenido dengue. En Brasil, la Secretaría Municipal de Salud de Río de Janeiro ha hecho un llamado urgente para que niños y adolescentes de entre 10 y 14 años completen su esquema de vacunación antes del 31 de enero de 2025.
Un futuro incierto
La epidemia de dengue en las Américas en 2024 ha puesto de manifiesto la necesidad de fortalecer las estrategias de prevención y control en toda la región. Mientras Brasil enfrenta los desafíos de una enfermedad endémica con un impacto desproporcionado en comunidades vulnerables, Argentina debe prepararse para posibles brotes futuros en un contexto de intervalos inter-epidémicos cada vez más cortos. Según los expertos, la clave para mitigar el impacto del dengue radica en la combinación de medidas preventivas, educación comunitaria y acceso equitativo a la atención médica y las vacunas.