Cuatro terapias naturales que están en auge

Estas técnicas surgieron de saberes ancestrales y cada vez se practican más. Una relación más fluida con el propio cuerpo.


Es uno de los propósitos más antiguos del mundo. La búsqueda del bienestar es una panacea que ha adquirido muchísimas formas a lo largo de los siglos. Pero es posible que haya habido pocos momentos de la historia -sino ninguno- en que los intentos, prácticas y métodos sean tantos como ahora. A continuación, cuatro prácticas que buscan el bienestar y están en boga en estos días.

Sungazing

También conocido como yoga solar, es una práctica que consiste en mirar directamente al sol durante el amanecer o el atardecer. Se basa en la creencia de que la luz solar de esas horas puede transmitir energía espiritual.

No es una disciplina nueva. El conocido “saludo al sol” del yoga, por ejemplo, nace de esta reverencia al astro solar. Y en culturas como la egipcia ya se divinizaba el sol. Por estos días su gran representante es Hira Ratan Manek, un gurú que asegura que la energía solar puede convertirse en energía vital -aunque también llega al punto de afirmar que no hace falta comer, pues el sol es capaz de proveer todos los nutrientes necesarios-. Según él, este es un proceso similar a la fotosíntesis, en el que los humanos activamos distintas funciones cerebrales, especialmente la glándula pineal, considerada como el tercer ojo.

Por lo pronto, esta práctica puede realizarse en posición de meditación o acompañada por algunas posturas de yoga, y quienes la llevan adelante relatan que se sienten con más fuerza y optimismo a medida que pasan los días. Pero para comenzar a implementarla es preciso tener en cuenta que el mejor horario para hacerlo sin dañar los ojos es al amanecer, cuando los rayos ultravioletas son menos dañinos. Las primeras veces se recomienda mirar el sol por apenas 10 segundos, y luego ir sumando tiempo lentamente para ir acostumbrando la vista. El lapso máximo no puede superar los 45 minutos diarios.

Yoga facial

Este es otro tipo de yoga que cada vez gana más adeptos. Es una rutina de movimientos y masajes que ejercitan los músculos con la finalidad de mejorar los signos de envejecimiento y contribuir a su firmeza. “Si bien no hay evidencia científica que avale los resultados, muchas personas han validado la técnica y sus beneficios, posicionándola como una herramienta antiage que contribuye a contrarrestar el paso del tiempo”, apunta Florencia Jinchuk, CEO y fundadora de The Chemist Look. Por el momento, hay solo dos publicaciones recientes sobre el tema: un análisis no concluyente de 2013 y un ensayo clínico favorable de 2018. Sin embargo, es una práctica sin riesgos. “Solo hay que tener cuidado de no sobreestimular los músculos y limitar la rutina de ejercicios a un máximo de 30 minutos”, recomienda la experta.

Con similar intención se aplica el masaje “kaolift”, una práctica oriental que debe ser llevada a cabo por un profesional, pues es cráneo facial. “Mediante técnicas como percusiones rápidas, amansamiento en cuello, movimientos de caricias en zona anterior y laterales del rostro a distintas velocidad e intensidades y maniobras de drenaje linfático se va relajando la musculatura y así se logran resultados estéticos y terapéuticos”, explica Verónica Mantovani (@veromantook), fonoaudióloga especializada en fonoestética, quien lleva cinco años realizando esta técnica. ¿Cuál es su fin? Mejorar e incluso eliminar progresivamente el aspecto de arrugas, marcas de expresión y manchas, elevar y tonificar los pómulos, mejorar bolsas y ojeras, redefinir el contorno facial y relajar contracturas del rostro (es especialmente bueno para el bruxismo y la tensión ocular). “Se recomienda para todo el que quiera una técnica de rejuvenecimiento natural”, apunta Mantovani.

Grounding

Así como la búsqueda de bienestar es un propósito de miles de años, algunas de las terapias que hoy se siguen en esta línea también rescatan preceptos antiguos. Es el caso del “grounding”, término que define a la práctica de caminar descalzo por el pasto, la arena, el agua, el ladrillo, la cerámica, el cuero o la tierra. Se basa en la idea de que el cuerpo humano es un organismo conductor de electricidad cargado positivamente, en tanto que la tierra está cargada negativamente. Así, cuando los pies llenos de terminaciones nerviosas la tocan, descargan energía acumulada y absorben iones cargados negativamente que equilibran los positivos.

“Todos espontáneamente tendemos a hacer ‘grounding’. Muchos llegamos de la calle y nos sacamos los zapatos porque nos sentimos más cómodos. Con el tiempo se fue entendiendo que hay superficies conductoras que son más positivas para lograr que nos relajemos”, ilustra Josefina Coppa Oliver, periodista y organizadora de encuentros de bienestar a cargo de profesionales desde la cuenta @masquehumanas. Entre los beneficios de este método está la reducción de ansiedad, estrés, inflamaciones y dolores articulatorios y la mejora de la circulación sanguínea y el sistema cardiovascular. Además, se asegura que posee funciones antioxidantes y antienvejecimiento. “Tiene que ver con una corriente que busca utilizar recursos de la naturaleza para no caer en los de laboratorios. Si hay un método fácil, gratuito y placentero, es este”, alienta Coppa Oliver.

Temazcal

Últimamente se habla mucho de esta práctica, una tradición de los pueblos prehispánicos que consiste en un baño de vapor con plantas medicinales. Sin embargo, este es el nombre del hemisferio norte; en el nuestro la técnica se llama “janpi wasi” y tiene la particularidad de realizarse enterrándose hasta los hombros “en el vientre profundo de la Madre Tierra”. “Estamos dentro del útero, volvemos a ese interior de la Madre Tierra, que nos abraza, contiene, anida, nutre, limpia y prepara para todos los nuevos cambios y desafíos que esta vida co crea con nosotros. Todo lo que vendrá después será con una mirada diferente. La Madre Tierra nos enseña a mirar con el corazón”, ilustra Marcela Guerra, quien se presenta como una Warmi Janpiri, Mujer Medicina dentro de la Cosmovisión Ancestral Andina. En sus palabras, las personas que asisten a este ritual reciben un baño de plantas que activan y ablandan la conexión entre el cuerpo físico y el cuerpo sutil.

¿Para quién se recomienda? Para todos aquellos en busca de una sanación y que “sientan un llamado a encontrarse con su propia esencia”. En lo físico se asegura una desintoxicación a partir de la limpieza de los metales pesados que se acumulan en el cuerpo, aunque es en lo espiritual donde más se marca el impacto. “El ser humano se distrae constantemente. Los últimos tiempos nos han ido alejando de lo más primario, original, simple, sencillo y liviano. Y allí están entonces estas medicinas ancestrales que tienen esta liviandad, pues nos reconectan con aquello no visible del ser humano”, sintetiza la guía.

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