Investigaciones recientes destacan que la transición a la jubilación puede intensificar los problemas de salud mental y fomentar hábitos nocivos como el abuso de bebidas alcohólicas
La jubilación, una etapa que muchos asocian con descanso y disfrute, puede convertirse en un desafío significativo para la salud mental. Según un estudio publicado el 10 de enero en la revista Aging and Mental Health, las personas jubiladas presentan una mayor propensión a experimentar síntomas de depresión en comparación con quienes continúan trabajando. Además, el consumo excesivo de alcohol agrava esta situación, lo que subraya la necesidad de abordar este problema desde múltiples frentes.
De acuerdo con los investigadores, los cambios que acompañan a la jubilación, como la pérdida de identidad laboral, problemas financieros, alteraciones en la rutina diaria y una menor interacción social, son factores que contribuyen al deterioro del bienestar emocional. El estudio, que analizó datos de más de 27.500 residentes de Estados Unidos mayores de 50 años, reveló que los jubilados no solo enfrentan más síntomas depresivos, sino que aquellos que recurren al consumo excesivo de alcohol presentan un agravamiento de estos síntomas.
El análisis, basado en una encuesta longitudinal sobre salud y jubilación realizada durante un promedio de 14 años, mostró que el consumo excesivo de alcohol es un factor determinante en la salud mental de los jubilados. Según los investigadores, los hombres que consumen cinco o más bebidas en un solo día y las mujeres que ingieren cuatro o más, presentan un mayor riesgo de depresión. Este patrón de consumo, conocido como “atracón de bebida”, no solo afecta el estado emocional, sino que también incrementa los riesgos físicos asociados al alcohol.
Por otro lado, el estudio identificó que un consumo moderado de alcohol podría estar relacionado con una menor incidencia de síntomas depresivos. Para las mujeres, esto se traduce en una ingesta de una a tres bebidas al día, mientras que para los hombres, el rango es de una a cuatro. Sin embargo, los investigadores advierten que esta aparente relación positiva no debe interpretarse como una recomendación para beber, ya que el alcohol conlleva riesgos significativos, especialmente en adultos mayores.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que no existe una cantidad segura de alcohol que sea beneficiosa para la salud. En el caso de los adultos mayores, los riesgos son aún mayores debido a la disminución de la capacidad del cuerpo para procesar el alcohol y la posibilidad de interacciones negativas con medicamentos. Además, el consumo de alcohol, incluso en cantidades moderadas, puede aumentar el riesgo de caídas, lesiones y dependencia, lo que a su vez puede derivar en problemas de salud más graves.
Antonia Díaz-Valdés, profesora asistente de la Universidad Mayor en Santiago, Chile, enfatizó en un comunicado de prensa que “beber alcohol aumenta el riesgo de caídas y otras lesiones, y puede conducir a la dependencia, y a la mala salud que suele conllevarla”. Asimismo, destacó la importancia de evaluar tanto los síntomas depresivos como los hábitos de consumo de alcohol en los adultos mayores para ofrecerles alternativas más saludables y efectivas.
La necesidad de estrategias de afrontamiento saludables
Christina Sellers, profesora asociada de trabajo social en la Universidad de Simmons, en Boston, subrayó la importancia de proporcionar mecanismos de afrontamiento alternativos al consumo de alcohol para los jubilados. Según Sellers, abordar la combinación de depresión y consumo de alcohol en esta población es crucial, especialmente debido a su mayor vulnerabilidad a los efectos negativos del alcohol y a las condiciones de salud subyacentes que suelen presentar.
El estudio también destacó que la jubilación puede ser un momento de transición difícil, en el que las personas enfrentan la pérdida de su identidad laboral y una disminución en sus redes sociales. Estas circunstancias pueden llevar a algunos a buscar consuelo en el alcohol, lo que agrava los problemas en lugar de resolverlos. Por ello, los expertos insisten en la necesidad de desarrollar programas de apoyo que ayuden a los jubilados a adaptarse a esta nueva etapa de manera saludable.
El impacto de la jubilación en la salud mental y el papel del alcohol en este contexto son temas que requieren atención urgente. Según el estudio, es fundamental que los profesionales de la salud evalúen tanto los síntomas depresivos como los hábitos de consumo de alcohol en los adultos mayores. Además, se deben implementar estrategias que promuevan alternativas saludables para afrontar los desafíos emocionales asociados con esta etapa de la vida.
La Escuela de Negocios de Harvard ofrece recursos adicionales sobre cómo manejar el estrés relacionado con la jubilación, lo que podría ser un punto de partida para quienes buscan orientación en este proceso. Sin embargo, como concluyó Díaz-Valdés, “no hay duda de que adaptarse a la jubilación puede ser difícil para algunos, pero recurrir al alcohol no es la respuesta. Debemos encontrar -y ofrecer- alternativas más saludables”.