La Sociedad Argentina de Gastroenterología emitió documentos para promover el uso responsable de ibuprofeno, aspirina y el diclofenac, entre otros.
Están entre los medicamentos más vendidos. “Nos salvan” ante un dolor de cabeza, articular, menstrual, una contractura, una lesión, durante un posoperatorio y en un montón de ocasiones más. Si alguna parte del cuerpo molesta, solemos recurrir a los antiinflamatorios.
Usados en forma responsable, son efectivos y seguros: alivian el dolor, bajan la fiebre o la inflamación. Pero su utilización inadecuada puede irritar la mucosa gastrointestinal y aumentar el riesgo de úlceras, sangrado y otros problemas digestivos.
Así lo advierte la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) en dos documentos, uno destinado a profesionales de la salud y otro a pacientes, sobre los efectos adversos gastrointestinales derivados del mal uso de antiinflamatorios no esteroideos (AINES).}
Muchas veces se consumen en forma excesiva, sin recomendación médica (como en el caso del dolor abdominal) e incluso en forma diaria. En algunos casos, se usan en forma preventiva “por si acaso”, apuntan desde la SAGE.
Qué son los AINES
Los antiinflamatorios no esteroideos son una familia numerosa de medicamentos, que incluyen desde a las populares aspirina, ibuprofeno, diclofenac, hasta el ketorolac, piroxicam, la dipirona, entre otros.
En el mundo, el consumo de AINES se estima en torno a 216 millones de dosis al día, con una media de 100 comprimidos de aspirina por persona al año en Estados Unidos, apuntan los gastroenterólogos Judith Doweck y Mariano Núñez, en el documento destinado a profesionales de la salud.
“Es una ingesta muy importante y si bien no tenemos estadísticas exactas de Argentina, aquí también se registra”, dijo en diálogo con Clarín Marcelo Thome, presidente de la SAGE y jefe del Servicio Gastroenterología HIGA Eva Peron (ex Castex).
“Son medicamentos que tienen un buen perfil para tratar el dolor -añadió-, pero muchas veces tienen asociados efectos que son indeseables a nivel del tubo digestivo, pero además pueden provocar eventos adversos a nivel renal, cardiovascular, sobre todo en personas mayores que los utilizan en combinación con otros medicamentos, lo que puede potenciar ese efecto lesivo.”
A nivel gastrointestinal, el mayor riesgo del uso de AINES es el desarrollo de úlcera péptica sintomática (llagas abiertas en el revestimiento del estómago o el intestino) o sus complicaciones (sangrado perforación, obstrucción), señala Florencia Dulcich, en el material dirigido a pacientes.
“La complicación más común es el sangrado de la úlcera péptica, aunque su incidencia ha disminuido durante las últimas décadas, ligada a un mejor manejo de los factores de riesgo, como lo es la infección por Helicobacter Pylori”, escribe. “Sin embargo -alerta- su incidencia en pacientes de edad avanzada está aumentando.”
En el documento, la médica gastroenteróloga del Hospital Udaondo precisa que el uso de antiinflamatorios no esteroideos aumenta cuatro veces el riesgo de complicaciones de la úlcera péptica y que se estima que uno de cada 20 usuarios manifiesta síntomas, cifra que aumenta a uno de cada 7 en personas de edad avanzada.
Además del daño a las mucosas, hasta la mitad de los usuarios de estos medicamentos reportan síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, náuseas, palidez, distensión e hinchazón. No obstante, las complicaciones severas por uso de estas drogas ocurre solo en el 1-2% de los casos anuales, aclara la médica.
Asimismo, Thome señaló que aunque los daños más importantes a nivel gastrointestinal son la úlcera y la gastritis erosiva, estos medicamentos pueden dañar el tracto gastrointestinal en toda su extensión, con lesiones que pueden llegar inclusive hasta el colon.
Y los potenciales eventos adversos pueden alcanzar a otros órganos. “Los pacientes que ya tienen patología renal deben tener cuidado, porque puede verse agravada con el uso de estas drogas. También quienes viven con insuficiencia cardíaca. Muchas veces hay que ajustar las dosis de estas drogas y eso lo tiene que hacer un profesional”, subrayó.
Al tiempo que resaltó que tienen que ser especialmente cautos quienes toman en forma crónica fármacos como anticoagulantes, antihipertensivos, diuréticos, antiglucemiantes orales, corticoides, entre otros. “Deberían tener ineludiblemente un contacto previo con un profesional antes de utilizar antiinflamatorios en forma crónica junto con alguno de esos medicamentos, porque el riesgo se agrava y aumenta muchísimo cuando los combinamos.”
No todos son iguales
No todos los antiinflamatorios no esteroides tienen el mismo poder lesivo, aclaran desde la SAGE. Los más agresivos de mayor a menor son ketorolac, indometacina, piroxicam, ketoprofeno dex-ketoprofeno, meloxicam, diclofenac, ibuprofeno.
Los pacientes infectados con Helicobacter pylori tienen un riesgo aumentado de úlcera péptica, por lo que la indicación en personas con síntomas es buscarla y, en caso de detectarla, tratarla.
Automedicación responsable
Muchos de los AINES se expenden en presentaciones de venta libre, es decir, en dosis que no requieren de prescripción médica para adquirirlas.
La automedicación (que no es lo mismo que la autoprescripción) es una práctica por la cual las personas tratan sus dolencias con medicamentos que son aprobados y disponibles sin receta médica, y que son seguros y efectivos cuando se usan según las indicaciones.
Un requerimiento esencial es que sean fármacos destinados a tratar condiciones fácilmente reconocibles por el usuario y para algunas condiciones crónicas o recurrentes, tras el diagnóstico médico inicial.
Prácticamente nadie va al médico por un dolor de cabeza que percibe como pasajero, ni por un malestar estomacal esporádico, o por un dolor muscular después de una jornada extenuante de ejercicio.
Entonces, ¿en qué casos es fundamental contar con la indicación y la supervisión médica antes de usar antiinflamatorios?
“En cualquier patología podemos eventualmente, esporádicamente, utilizar alguna medicación sin prescripción. Pero si el dolor persiste luego de algunas tomas, como por ejemplo, un dolor de cabeza que se mantiene, hay que hacer una consulta. Pero si el síntoma persiste, ya sea cefalea, dolor abdominal, dolor de articulación (rodillas, cadera, lumbar, muy frecuente en las personas mayores), hay que ponerse manos de un profesional, porque muchas veces son patologías que se solucionan tratando específicamente el problema y no con un analgésico o un antiinflamatorio que solo lo alivia por un rato”, diferenció Thome.
Banderas rojas: dolor abdominal
Dulcich informa en el documento para pacientes que normalmente no debe usarse analgésicos simples, como la aspirina y el ibuprofeno, para dolores abdominales no diagnosticados porque podrían ocasionar otros problemas, como úlceras.
Para los dolores o malestares de tipo espasmódico, por ejemplo, se recomiendan los antiespasmódicos, ya que relajan la contracción (el espasmo) que causa el dolor sin agravarlo. Mientras que las úlceras pueden tratarse con medicamentos que reducen la secreción de ácido estomacal, y conforme la úlcera cicatriza, el dolor disminuye.
En el caso de síntomas persistentes es fundamental contar con un diagnóstico para establecer cuál es el tratamiento adecuado, ya que puede ser famacológico o quirúgico (como en el caso de la inflamación de la vesícula).
Y hay síntomas conocidos como de “bandera roja” que no pueden esperar y que requieren una consulta médica. “Entre las banderas rojas que deben propiciar una conversación con su médico están: fiebre, diarrea, estreñimiento persistente, sangre en las heces, náuseas o vómitos persistente, vómitos con sangre, abdomen tenso y muy doloroso, ictericia (piel de color amarillo) o hinchazón del abdomen”, concluyó Dulcich.