La identificación de los síntomas es clave para protegernos, particularmente en poblaciones vulnerables como niños y ancianos
Los golpes de calor, una afección que ocurre cuando el cuerpo se sobrecalienta, se convirtió en una preocupación creciente debido al aumento de las temperaturas globales. Este fenómeno puede afectar a personas de todas las edades, especialmente durante las olas de calor intensas y prolongadas que cada vez son más frecuentes.
Síntomas del golpe de calor
El golpe de calor es una condición médica grave que ocurre cuando el cuerpo es incapaz de regular su temperatura, generalmente debido a la exposición prolongada a altas temperaturas o esfuerzos físicos intensos en climas cálidos. Según Mayo Clinic, se manifiesta cuando la temperatura corporal alcanza los 40 °C (104 °F) o más, y puede provocar complicaciones severas si no se trata con rapidez. La comprensión de sus síntomas es clave para prevenir daños graves en los órganos vitales y evitar desenlaces fatales.
Entre los síntomas más destacados, tanto Mayo Clinic como otros especialistas enumeran los siguientes: fiebre alta, alteraciones del estado mental como confusión, irritabilidad o incluso pérdida del conocimiento; piel caliente al tacto que puede estar seca o, en algunos casos, cubierta de sudoración excesiva; náuseas, vómitos y mareos; dolor de cabeza intenso, así como un pulso acelerado y respiración rápida. Además, otras señales pueden incluir enrojecimiento de la piel, convulsiones y colapso.
Consejos para evitar un golpe de calor
La doctora Stella Maris Cuevas compartió con Infobae recomendaciones para prevenir el golpe de calor, entre las cuales se incluyen las siguientes medidas:
- Hidratación constante: beber agua en cantidad suficiente durante todo el día es clave para mantener la temperatura corporal y facilitar la transpiración. Es fundamental prestar atención especial a bebés y personas mayores, quienes suelen necesitar recordatorios para hidratarse.
- Ropa adecuada: optar por prendas claras, ligeras y holgadas, confeccionadas con materiales transpirables como algodón. Evitar las telas de nylon o poliéster y la ropa ajustada, ya que estas dificultan la capacidad del cuerpo para enfriarse.
- Protección solar: utilizar sombreros de ala ancha, gorras y protectores contra los rayos UV para prevenir quemaduras solares, las cuales afectan la capacidad natural del cuerpo para regular su temperatura.
- Evitar la exposición solar directa: permanecer en interiores o en zonas sombreadas durante las horas de mayor intensidad solar, entre las 10 y las 17. En caso de realizar actividades al aire libre, procurar descansar frecuentemente y rehidratarse.
- Evitar actividades físicas extenuantes: reducir esfuerzos físicos intensos bajo el sol, especialmente en horarios de alta radiación. Si no es posible evitarlos, programar pausas frecuentes y consumir líquidos en cada descanso.
- Ambientes frescos: mantenerse en espacios ventilados o con aire acondicionado, evitando permanecer en lugares cerrados con altas temperaturas durante periodos prolongados.
- Cuidado especial en vehículos: nunca dejar a personas o mascotas dentro de un auto estacionado, ya que el calor en el interior de un vehículo puede alcanzar niveles peligrosos rápidamente.
- Adaptarse a los cambios de temperatura: minimizar la exposición a cambios bruscos de temperatura que puedan sobrecargar el sistema de regulación del cuerpo.
- Descansos y rehidratación en trabajos al aire libre: si no es posible evitar actividades laborales bajo el sol intenso, tomar pausas frecuentes para descansar y rehidratarse continuamente.