Un estudio reciente ha revelado cómo las condiciones ambientales específicas de Mendozainfluyen en las características sensoriales del Malbec, un vino emblemático de Argentina. La investigación, liderada por Ariel Fontana del CONICET y en colaboración con la bodega Catena Zapata, ha identificado “huellas dactilares” sensoriales que permiten distinguir los vinos según su origen geográfico, informó el medio de comunicación que publicó el estudio.
El equipo de científicos analizó el suelo, clima y topografía de tres regiones vitivinícolas de Mendoza: la Zona Este, la Primera Zona y el Valle de Uco. Este análisis permitió establecer patrones sensoriales específicos para cada área, lo que refuerza la identidad geográfica del Malbec producido en estas zonas. Según el estudio, estas características sensoriales varían con cada cosecha, pero mantienen una relación estable con el terroir, término francés que describe la influencia del entorno en el vino.
La investigación, publicada en la revista npj Science of Food del grupo Nature, forma parte de la tesis doctoral de Roy Urvieta, quien contó con el apoyo del CONICET y Catena Zapata. Además, participaron expertos de la University of California, Davis y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). El objetivo principal era demostrar que el Malbec argentino expresa características químicas y sensoriales distintas según su lugar de cultivo.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo produjo vinos de manera estandarizada durante tres temporadas consecutivas (2016, 2017, 2018), utilizando uvas de 29 parcelas en las mencionadas regiones de Mendoza. Este proceso minimizó el impacto del factor humano, permitiendo observar cómo las diferencias de terroir afectan el perfil sensorial del Malbec. Los vinos fueron elaborados en la bodega experimental del Catena Institute of Wine en Luján de Cuyo.
El análisis sensorial descriptivo realizado por paneles de voluntarios entrenados permitió identificar y cuantificar los descriptores sensoriales de cada vino. Estos datos fueron procesados mediante software para establecer relaciones entre los descriptores sensoriales y el terroir, diferenciando a nivel de zonas, departamentos e indicaciones geográficas.
Este estudio no solo refuerza la identidad y calidad del Malbec argentino, sino que también tiene un impacto directo en su competitividad en el mercado global. Permite a los productores comunicar mejor las particularidades de sus vinos, destacando el terruño en las etiquetas. Según Fontana, en los últimos años, los productores han comenzado a resaltar en las etiquetas que ciertos vinos provienen de zonas particulares, lo que ayuda a los consumidores a saber qué esperar de cada uno de ellos.
La elección del Malbec para este estudio responde a su importancia como una de las variedades insignia de Argentina y su reconocimiento en mercados internacionales. La colaboración entre el ámbito académico y la industria vitivinícola fue fundamental para el desarrollo de este proyecto, combinando conocimiento empírico con soporte científico