Alienación parental: qué es y cómo repercute en la salud emocional

La utilización de menores como rehenes en disputas entre los padres puede causarles ansiedad, depresión y trastornos que persisten hasta la edad adulta


Hay situaciones, al igual que en otros temas de salud mental, de las cuales a veces se prefiere no hablar debido a que son difíciles de abordar, ya sea por desconocimiento o por sesgos cognitivos relacionados con cuestiones ideológicas, pero sin fundamento racional o científico evidente.

Así, nos referíamos recientemente al tema suicidio. Hoy la sugerencia es hablar y tal como se plantea en la campaña del Día Internacional de la Prevención del Suicidio 2024, “cambiar la narrativa”.

De la misma forma ocurre con otro tema tabú, uno que inclusive su nombre o hasta su existencia ocasiona debates y no solo en el ámbito de la salud mental sino en el legal. Se trata de la alienación parental o también llamada manipulación parental. Se han usado otros nombres como interferencia parental o secuestro emocional, entre otros.

El inconveniente, sin embargo, no está solo en su nombre sino en que la existencia del mismo parece estar ligado a una toma de postura ideológica en la cual el tema central, se pierde.

El tema central es la salud metal de los hijos ya que la alienación parental es un fenómeno cada vez más relevante en los ámbitos legales y de la salud mental. El concepto, se refiere a las conductas manipuladoras de uno de los progenitores con el fin de desvirtuar la relación del hijo con el otro progenitor, y ha generado tanto interés como controversia.

El concepto es motivo de estudio interdisciplinario ya que abarca disciplinas como el derecho de familia, la psicología y la psiquiatría, ya que el uso o manipulación de los hijos en una situación de conflicto entre los padres ocasiona serias consecuencias en la salud emocional de los niños afectados.

¿Qué es la alienación parental?

Este concepto se refiere a un proceso mediante el cual uno de los progenitores, de manera consciente o inconsciente, manipula al niño o niña para que experimente emociones negativas, es decir, rechace, odie o tema al otro progenitor, buscando aislarlo del mismo y volver conflictivo el vínculo entre ambos.

El término fue introducido por el psiquiatra estadounidense Richard Gardner en 1985, bajo el nombre de Síndrome de Alienación Parental (SAP).

Una de de las dificultades que ha generado este concepto es el uso de la palabra síndrome por parte de un médico psiquiatra. Un síndrome es un conjunto de signos y síntomas que constituyen una entidad específica. No necesariamente se trata de un trastorno, pero ilustra un espectro clínico, así vemos síndrome depresivo, síndrome de excitación psicomotriz, etc.

Aquí ocurre uno de los inconvenientes porque un síndrome no necesariamente debe ser una entidad reconocida por los organismos que emiten la clasificación de enfermedades como el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) o el Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) que hemos mencionado en diversas oportunidades.

El argumento que se realiza contra este es que Gardner no habría proporcionado estudios científicos rigurosos, es decir con metodología científica que respaldaran su teoría. Esta se basa principalmente en observaciones clínicas personales, sin embargo, diversas observaciones en el campo de la medicina, inclusive como la enfermedad de Alzheimer, se tratan por la metodología de caso único.

Actualmente esto no se considera válido, pero sí amerita la notificación. Al mismo tiempo, el Síndrome de Alienación Parental (SAP) no está reconocido por organizaciones como la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) ni aparece en el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), pero sí se lo menciona de manera indirecta.

Por otro lado, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), publicada por la Organización Mundial de la Salud, menciona el concepto de alienación parental bajo el código “QE52.0″ como una posible consecuencia de las dinámicas familiares disfuncionales. Esto ha dado lugar a un reconocimiento más amplio de la alienación parental en algunos contextos internacionales, aun cuando sigue siendo un área de estudio y debate en evolución.

Sin embargo, al mismo tiempo los críticos del concepto dicen que no debe ser aceptado como trastorno en sí mismo, pero sí establecen que se trata de un conjunto de conductas determinadas en una dinámica familiar disfuncional. Por esta razón se han usado otros términos como los mencionados tales como manipulación, interferencia u hostigamiento parental, también, distanciamiento parental inducido o programación del niño. De alguna manera esta diversidad de términos ilustra la diversidad de opiniones dentro de las comunidades jurídicas y psicológicas sobre cómo abordar y conceptualizar el fenómeno.

Por otro lado, se ha tejido un mito alrededor de la figura especifica de Richard Gardner en la cual se tejen acusaciones no probadas de abuso sexual, pero que quedan en la referencia como critica ad hominem, pero no respecto al cuadro. Algunas discusiones sobre la figura de Gardner y los temas legales pueden encontrarse en en el Journal of the American Academy of Psychiatry and the Law.

La realidad concreta es que la manipulación emocional de los niños es moneda corriente y no se trata de uno de los progenitores que lo hace sobre el otro de manera específica, es decir no se trata de la madre como a veces se establece, aunque sí forma parte de la mayoría de las denuncias, pero si se trata del uso de los menores en los cuales a veces de manera en principio bien intencionada, se cree que apartarlo del vínculo con la otra parte los ayuda.

En algunos países, el concepto ha sido incorporado al derecho de familia, lo que permite a los jueces identificar y abordar situaciones de alienación parental en los casos de custodia. Sin embargo, esta falta de consenso científico en muchos caso ideologizado y llevado a cabo por instituciones que abogan por una u otra postura independientemente de los casos, sobre cómo diagnosticar y tratar adecuadamente el fenómeno, plantea desafíos a los abogados y profesionales de la salud mental.

Cuáles son las consecuencias psicológicas de la alienación parental

En realidad, parafraseando a las confesiones de una persona a cargo de una asociación que afirmaba que “el SAP no existe, pero yo lo hago” el problema es que la situación en la cual los menores son rehenes de una situación conflictiva entre padres es real y ocasiona severas y a veces irreparables consecuencias en el psiquismo de los niños. El impacto de la alienación parental en los niños es profundo y duradero. Algunas de las consecuencias son:

  • Confusión emocional y lealtades divididas: Los niños sometidos a la alienación parental suelen experimentar una gran confusión emocional. Por un lado, pueden sentir afecto hacia el progenitor alienado, pero, por otro lado, se sienten presionados a rechazarlo. Esta situación de lealtades divididas genera un alto nivel de angustia, ansiedad y sentimientos de culpa.
  • Problemas de autoestima: El proceso de alienación puede socavar la autoestima del niño, ya que uno de los mensajes que subyacen en la alienación es que uno de sus progenitores no es digno de amor o respeto. A menudo, los niños internalizan este mensaje, lo que contribuye a que internalicen la creencia de que no es valioso o que tiene fallas inherentes debido a la manipulación emocional a la que ha sido sometido.
  • Dificultades para formar relaciones saludables en el futuro. La manipulación emocional que experimentan durante su desarrollo puede distorsionar su percepción de lo que son las relaciones interpersonales saludables, llevándolos a reproducir patrones de desconfianza y hostilidad en sus propias relaciones.
  • Trastornos de ansiedad y depresión: los niños alienados debido a la tensión constante, el miedo al abandono y la manipulación emocional tienen una mayor probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad, depresión e incluso síntomas de estrés postraumático. Esta constante presión psicológica a la que son sometidos puede afectar gravemente su bienestar mental, generando problemas emocionales que persisten hasta la edad adulta.
  • Riesgo de alienación prolongada: En casos extremos, la alienación parental puede llevar a una ruptura total entre el niño y el progenitor alienado. Esta situación es especialmente peligrosa, ya que priva al niño de una relación importante y puede tener un impacto significativo en su desarrollo psicológico y social.
  • Relaciones disfuncionales: Los estudios han demostrado que los niños alienados tienen más probabilidades de desarrollar patrones de relaciones disfuncionales en la adultez. La percepción distorsionada de las relaciones parentales puede influir en cómo manejan los vínculos futuros, llevándolos a evitar la confianza o la intimidad en sus relaciones adultas.
  • Riesgo de ruptura total: En casos graves de alienación, los niños pueden llegar a rechazar completamente al progenitor alienado, rompiendo todo contacto con él. Este tipo de ruptura familiar tiene consecuencias devastadoras, tanto para el niño como para el progenitor, y en muchos casos, es difícil de revertir, incluso con intervención terapéutica.

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