Investigadores de Noruega y el Reino Unido desarrollaron modelos que permiten hacer proyecciones
Desde el siglo XIX, las actividades humanas, como la quema de combustibles fósiles, por ejemplo el carbón, el petróleo y el gas, han sido el principal motor del cambio climático. Generan emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapan el calor del sol y elevan las temperaturas.
Los efectos del cambio climático ya se están registrando. Desde los años 80, cada década ha sido más cálida que la anterior. Las tormentas destructivas se han vuelto más intensas y más frecuentes en muchas regiones. Se está incrementando el riesgo de sequías agrícolas, según informó las Naciones Unidas.
Esta estimación inferior solo se alcanzaría al reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, algo que aún no se ha producido.
De no ser así, los modelos de Carley Iles, climatóloga que forma parte de CICERO, y primera autora, revelaron que, si se sigue por el camino actual en las emisiones, esos peligrosos cambios afectarán al 70% de la población humana de la Tierra. Sus modelos también sugieren que gran parte de lo que está por venir ya está fijado.
“La única forma de afrontarlo es prepararse para una situación con muchas más probabilidades de que se produzcan fenómenos extremos sin precedentes, ya en las próximas una o dos décadas”, explicó Samset.
Durante los últimos años, los datos del servicio climático europeo Copernicus han permitido detectar que la Tierra acaba de tener el verano más caluroso del hemisferio norte jamás registrado. El récord anterior databa del año 2023. El hemisferio sur también ha vivido un invierno cálido sin precedentes.
Este aumento de la temperatura global ha generado incendios de vegetación, inundaciones, tormentas y sequías que están diezmando las cosechas y provocando hambrunas cada vez más extendidas. Se crean también condiciones favorables para la propagación de más enfermedades.
Los modelos de Iles y su equipo publicados en Nature Geoscience sugieren que los cambios climáticos extremos se producirán incluso más rápidamente de lo que hemos visto hasta ahora. Esto aumenta las posibilidades de que se produzcan sucesiva o incluso simultáneamente extremos más peligrosos en las temperaturas, la lluvia y los vientos.
Por ejemplo, el aumento de los rayos secos, combinado con unas condiciones de mayor sequedad, provoca incendios de vegetación (de bosques o de pastizales) más frecuentes e intensos en todo el mundo. Y en 2022, una grave ola de calor en Pakistán fue seguida inmediatamente por inundaciones sin precedentes, que afectaron a millones de personas.
Las olas de calor pueden causar estrés térmico y exceso de mortalidad tanto de personas como de ganado, tensión en los ecosistemas, reducción de los rendimientos agrícolas, dificultades para refrigerar las centrales eléctricas y trastornos en el transporte.
“Del mismo modo, las precipitaciones extremas pueden provocar inundaciones y daños en asentamientos, infraestructuras, cultivos y ecosistemas, aumentar la erosión y reducir la calidad del agua”, expresaron.
Con la actual trayectoria de altas emisiones, los trópicos y subtrópicos en particular, donde la mayoría de los seres humanos residen, se enfrentarán a los mayores extremos climáticos.