El Teatro Colón, un clásico al alcance de todos

Patrimonio arquitectónico indiscutido, es uno de los principales atractivos culturales y turísticos de la ciudad de Buenos Aires.


Para cuando el Teatro Colón abrió sus puertas al público, el 25 de mayo de 1908, con la presentación de la ópera Aída, de Giuseppe Verdi, el velo sombrío de una maldición presagiaba un futuro oscuro. El arquitecto italiano Francesco Tamburini, que diseñó el proyecto, murió antes del inicio de las obras. Y su compatriota Víctor Meano, quien se hizo cargo del proyecto, fue asesinado antes de la inauguración. Pero todo lo malo que podía pasar terminó aquella noche. Porque en sus más de cien años de vida, el Teatro Colón ganó fama a nivel mundial, y se ubicó a la altura de otras grandes salas líricas como la Scala de Milán, el Metropolitan Opera House de Nueva York, la Royal Opera House de Londres y la Ópera de París.

El Colón tiene una historia anterior en otra ubicación: antes estuvo emplazado al norte de la Casa Rosada, frente a la Plaza de Mayo, en la esquina sudoeste de la manzana comprendida entre Rivadavia, Reconquista, Bartolomé Mitre y 25 de Mayo, donde hoy está la sede del Banco Nación. En ese lugar funcionó con prestigio durante casi tres décadas hasta que el 16 de julio de 1887, el Congreso sancionó la ley con la cual se autorizaba a la Municipalidad de Buenos Aires, a cargo del intendente Carlos Torcuato Diego de Alvear, a venderlo a la entidad bancaria. Con el dinero de la operación se iba a financiar la construcción de un nuevo teatro.

El viejo edificio fue demolido en 1888 y ese mismo año comenzó la obra que había ideado Tamburini, que demandó veinte años y la concluyó el belga Jules Dormal. El estilo es un claro exponente del eclecticismo academicista: respeta fielmente componentes de origen italiano y francés, como la Ópera de París.

Con capacidad para unas 2500 personas, la sala en herradura del Colón genera una distribución angelada del sonido y los tres pisos de palcos, diseñados con materiales blandos como telas, maderas y alfombras, logran una óptima absorción, mientras que en los pisos superiores se utilizaron materiales duros -mármol y bronce- para mejorar la reflexión de las ondas.

El hall central tiene líneas grecorromanas y está iluminado naturalmente por grandes vitraux de la famosa casa Gaudin de París. La escalera principal se construyó con mármol de Carrara, Verona y Portugal. Entre los principales salones se encuentran el Museo de la Historia del Teatro Colón, la Biblioteca, el Museo de Instrumentos, el Salón de los Bustos y el Salón Dorado. El foso permite albergar hasta 120 músicos y cuenta con cinco ascensores para colocarlo a nivel. Las pinturas originales de la cúpula de la Sala eran de Marcel Jambon, pero en la década del treinta sufrieron graves deterioros por la humedad. En 1966, el artista argentino Raúl Soldi se encargó de pintarla representando la vida teatral en distintos aspectos.

Por allí pasaron las principales figuras de la ópera, la música clásica y el ballet mundial, como Arturo Toscanini, Otto Klemperer, Richard Strauss, Igor Stravinsky, Leonard Bernstein, Zubin Mehta, María Callas, Rudolf Nuréyev, Plácido Domingo, José Carreras, Luciano Pavarotti, Daniel Barenboim, Julio Bocca, Marta Argerich, y Montserrat Caballé, entre muchos otros. Pero también lo hicieron figuras de la música popular como Astor Piazzolla, Valeria Lynch, Patricia Sosa, Palito Ortega, Memphis la Blusera, Luis Alberto Spinetta y Charly García.

En 2006 comenzó un proceso de restauración que duró cuatro años y la reinauguración se produjo para el Bicentenario de la Argentina, con un impactante espectáculo multimedia con proyecciones en 3D sobre la fachada y una gala en la que se sucedieron el Huemac, de Pascual de Rogatis, y fragmentos de El Lago de los cisnes, de Tchaikovsky, a cargo de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y el Ballet Estable del Teatro Colón. También se pusieron en escena extractos de la ópera La Boheme, de Giacomo Puccini, interpretada por la Orquesta y el Coro Estable del Teatro.

Con el correr de los años el Colón se fue abriendo y desde hace un buen tiempo sus espectáculos no son solo para una elite. Y para aquellos que no pueden asistir a una presentación, tiene sus puertas abiertas para recorridas diurnas. El teatro al alcance de todos.

Con información de NA

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